martes, 16 de agosto de 2016

RATA CAMPESTRE O NEGRA



Roedor de mediano tamaño, que no suele sobrepasar los 250 gramos de peso y que ocupa medios más rurales y menos humanizados que su 

congénere la rata de alcantarilla o común, también llamada rata parda (Rattus norvegicus), de la que se diferencia por su menor 

tamaño y mayores orejas. Otro detalle para diferenciarla es su larga cola, formada por característicos anillos escamosos, de forma 

redondeada y una longitud que supera notoriamente la de la cabeza más el cuerpo.

La rata campestre es originaria del sureste asiático, habiendo ocupado Europa en tiempos históricos probablemente siguiendo al hombre 

en sus primeras rutas comerciales, aun cuando se estima que ya pudo venir en períodos posteriores a las últimas glaciaciones. Desde 

Europa y tras el descubrimiento de América se extendió por resto del mundo sirviéndose de los barcos, donde viajaba como indeseado 

polizón, pasando a ocupar en tierra –fundamentalmente- las zonas portuarias.

En España la rata de campo ocupa todo el territorio nacional, incluidas las Baleares y Canarias.

De hábitos esencialmente nocturnos, aun cuando no es difícil verla durante el día trepando por árboles o refugiándose entre la 

maleza. La rata campestre no suele excavar madrigueras subterráneas, sino que suele instalar sus habitáculos en los huecos de los 

edificios y en las falsas de los tejados, aun cuando también ocupa con sus madrigueras los huecos de las raíces de los grandes 

árboles y en los lugares húmedos y encharcados para aislarse del suelo y proteger así a su descendencia acondiciona una especie de  

nidos, parecidos a los de las aves, de forma casi circular y con una abertura lateral, de 30 cms. de diámetro, que suele construir 

entre la vegetación densa como zarzales, hiedras o cañaverales, aunque también puede construirlos en árboles que cuenten con hojas 

permanentes y abundantes follaje que los camufle.

La rata de campo es una especie omnívora, que consume cuanto encuentra a su paso, aunque en el campo consume fundamentalmente frutos 

y granos.

Es un animal sociable, que vive en grupos que suelen estar dominados por un macho, aunque la jerarquía social no está muy marcada. Es 

frecuente el canibalismo dentro de la especie.  Observación de ratas de campo silvestres llevadas a un laboratorio, para el estudio 

del comportamiento durante la preñez y lactancia, constató que la agresividad de la madre aumentó conforme iba acercándose el parto, 

el cual se produjo al décimo séptimo día de gestación. Desde que las crías nacieron, la madre  se mostró muy celosa y protectora; y 

nunca rechazó a sus crías a pesar de que estas eran manipuladas diariamente, para evaluar su peso y sus medidas de longitud cabeza-

cuerpo.  Este mismo estudio destaca que no se presentó canibalismo de las madres a las crías (M. Williams de Castro, A. Castillo y C. 

Rosas, 2002), por lo que puede estimarse que el canibalismo que se produce en la especie es de otros individuos ajenos a la madre, la 

que desarrolla la conducta agresiva descrita conforme va aumentando la preñez ante la conciencia del peligro que acecha a su 

descendencia.

Muy curioso es el fenómeno conocido como rey de las ratas, por el que pueden acabar entrelazándose por la cola varios individuos, 

normalmente de 3 a 12, aun cuando se ha citado un caso de 32 ejemplares entrelazados (J. Reichholf, 1995), que quedan tan fuertemente 

entrelazados por alguna desconocida causa que luego no pueden separarse voluntariamente, terminando por morir de hambre y por las 

heridas que recíprocamente se causan. El origen de este fenómeno, admitido en la literatura científica y constatado incluso en 

ejemplares cautivos de  laboratorio, no es conocido y se ha denominado con el nombre de rey de las ratas por considerarse en la 

tradición popular que era el rey de las ratas el que las amarraba y colocaba en esta situación como castigo, para controlar la 

superpoblación de ratas cuando escaseaba el alimento.Curiosidades ecológicas. Se cuenta que fueron las ratas y no los hombres, los 

que expulsaron a los soldados de Napoleón de Egipto. Kemmerich en su obra Cultura Curiosa (1944)  cuenta que por las noches las ratas 

roían los arreos de cuero de los soldados franceses, de tal modo que los jinetes tenían que ir a pie porque las sillas no se 

sostenían sobre los caballos. Así mismo devoraban las correas de los fusiles, las cartucheras, las botas y todo lo que tenía cuero, 

cuando los soldados dormían. Cuando los soldados comían su rancho, las ratas salían de todas partes y se lanzaban hambrientas sobre 

los platos de los soldados, y aunque mataban a muchas de ellas, las otras seguían comiendo con total descaro, sin inmutarse, lo que 

quitaba el apetito a los soldados que se negaban a continuar en estos lugares acosados por tan indeseables roedores.     
  
Principales problemáticas. Los daños en alimentos -humanos y de animales de corral-  y en los campos de cultivos son las principales 

problemáticas que se achacan a la rata. La posibilidad de transmitir enfermedades hace también necesario su control.Parto: La hembra 

puede parir de 5 a 16 ejemplares, aunque lo normal son 7 u 8, los que deposita la hembra en el interior de la madriguera o nido, 

donde acondiciona un lecho con restos de materia vegetal y pelo, naciendo desnudos, con los ojos cerrados, sin pelo y sin capacidad 

auditiva y pesando tan solo 5 ó 6 gramos.

Duración de la lactancia:  Entre 15 y 17 días.

Madurez sexual. Son precoces muy pronto: la hembra es activa sexualmente a las cinco o seis semanas. Los machos precisan unos días 

más para alcanzar la madurez sexual.

Alimentación. Condicionada a las disponibilidades alimenticias que encuentra, aunque siente predilección por los cereales y semillas, 

aunque no rechaza insectos, caracoles y restos de materia vegetal. También puede predar sobre nidos de huevos.

Hábitats. La rata de campo, hasta hace unos siglos, dominaban las ciudades, pero al llegar las ratas de alcantarilla (Rattus 

norvegicus), de mayor tamaño, entablaron una lucha a muerte, expulsándola de las aglomeraciones urbanas y obligándola a adquirir 

costumbres campestres.






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TOPILLO COMÚN O MEDITERRÁNEO

DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE
  
Topillo endémico de la península Ibérica y sur de Francia, cuyo aspecto, particularmente adaptado a la vida subterránea, es muy 

característico, destacando su cuerpo con aspecto cilíndrico, dotado de unas patas muy cortas para facilitarle en desplazamiento por 

el interior de las galerías, así   como la  cola, de un color claro uniforme y también muy corta, de modo que no supera los 3,5 cms., 

midiendo menos de la cuarta parte de la longitud de la cabeza más el cuerpo. La pequeña longitud de la cola, detalle anatómico que 

los diferencia visualmente de un modo claro de otros roedores, particularmente las ratas que sí están dotadas de una larga cola, es 

una adaptación del topillo a la vida subterránea, una vez que este apéndice ha perdido su función reguladora y estabilizadora del 

equilibrio en movimientos veloces y saltos al aire libre. Los ojos del topillo son pequeños, las orejas muy cortas, casi ocultas por 

el pelaje, y el cráneo aplanado. El pelaje del topillo común o mediterráneo es relativamente corto, de color marrón u ocre, 

presentando una franja más clara, de color grisáceo, en los flancos y vientre.

El topillo mediterráneo es un roedor que necesita suelos con cierta humedad y que prefiere lugares abiertos, aunque próximos a la 

linde de bosques y cultivos herbáceos de regadío, donde construye sistemas de galerías subterráneas, intensamente ramificadas, donde 

se localizan sus nidos, en general uno por galería, y sus almacenes de aprovisionamiento. Evita los suelos a partir del momento en 

que la humedad pasa a ser suelo rezumante o encharcado, lo que inundaría las galerías. La especie evita también terrenos muy 

pastoreados y muy pisoteados. “Así, si imaginamos un pastizal con algunas hierbas altas o matorrales en su interior, los topillos se 

situarán bajo o en torno a estas matas. El hecho de que las matas estén ahí es señal de que el pisoteo del ganado allí es menor. Algo 

similar puede decirse de los resaltes de los prados inclinados, que también son evitados por el ganado” (José Antonio Garrido, 

comunicación personal, 2005).Este mismo investigador –J.A. Garrido- destaca como en estos ecosistemas, aparecen las bocas limpias o 

tapadas por montones de tierra. Asociado a las bocas limpias aparecen a veces carriles cortos, raramente pasan de los 50 cm de 

longitud. A veces no pasan de conectar una boca con otra próxima. Siempre son carriles semiexcavados, a modo de galerías sin techo o, 

como mucho, con “techo” muy superficial que se puede quitar con los dedos. En la rata de agua o incluso en el topillo de Cabrera, las 

galerías van sobre el suelo y los caminos se forman por pisoteo y corte de tallos. Otra situación muy diferente aparece en los 

pastizales altos y muy densos. Aquí –indica J.A. Garrido- el topillo mediterráneo forma “galerías superficiales” pero desarrolladas 

en la base de las hierbas, es decir, excavadas en la maraña de hojarasca podrida y, a veces con “cámaras”. Estas galerías son fáciles 

de seguir, ya que la hierba y hojarasca se puede apartar con las manos sin problema.

La conducta excavadora del topillo mediterráneo  está también condicionada por el tipo de suelo. En los suelos húmedos y blandos usa 

solo las patas, en  especial las anteriores, pero en suelos compactos y duros utiliza sobre todo los incisivos.

Las bocas de las galerías por donde los topillos se comunican con el exterior suelen aparecer taponadas, aunque no siempre,  con 

característicos montones de tierra de aspecto cónico, muy similares a las dejadas por los topos, aunque de menor tamaño y 

diferenciables además por aparecer la tierra muy triturada y carecer siempre de los característicos tubos de tierra que extrae el 

topo en bloque de las galerías en su perforación subterránea y expulsar el tapón al exterior. Estos montículos de tierra, que 

desparecen en las topilleras abandonadas por la acción del viento o de la lluvia dejando descubierta la boca de la madriguera, tienen 

unas funciones ecológicas muy definidas, al servir tanto para aislar la red de túneles del exterior, manteniendo la humedad en la 

época de sequía o protegiendo a la madriguera delas lluvias e inclemencias meteorológicas, como para impedir que por la boca penetren 

mamíferos Las bocas y galerías de los topillos mediterráneos tienen unas dimensiones y características muy definidas, que permiten 

diferenciarlas de otras especies, con hábitos subterráneos. “Tanto las bocas como las galerías tienen unas dimensiones muy concretas, 

lo que las diferencia del resto de los Micrótidos, o topos. Es necesario advertir que las medidas de anchura de las galerías hay que 

hacerlas en los puntos más estrechos de su trazado, y que en las bocas, la entrada y salida de los animales acaba por ampliar algo su 

anchura. Tanto la anchura mínima de los carriles como el diámetro mínimo de las bocas oscilan entre los 25 y 35 mm. En las bocas 

pueden encontrarse casos que alcanzan los 40 mm si es vieja y muy usada. En cualquier caso, ni uno ni otro superan nunca los 45 mm., 

lo que ya podría ser topillo de Cabrera” (José Antonio Garrido, comunicación personal, 2005).Longevidad:  Su vida media está en torno 

a los dos años. Los machos viven más que las hembras. 

Celo:  El topillo mediterráneo está sexualmente activo durante todo el año, aun cuando la capacidad de reproducirse va a estar 

condicionada por la climatología, de modo que se ha mostrado que la pluviosidad es el factor ultimo que mas influye en su abundancia, 

pues favorece la disponibilidad de alimento y la facilidad para excavar.

Gestación: La gestación dura veinticuatro días, al cabo de los cuales nacen los jóvenes, desnudos y ciegos, con la piel de un color 

sonrosado.

Parto: La hembra suele parir de 2 a 3 ejemplares, que deposita en el interior de la madriguera, donde acondiciona un nido esférico 

con restos de materia vegetal.

Duración de la lactancia:  Unas dos semanas.

Madurez sexual: Alcanza la madurez sexual a los poco meses de vida.

Alimentación: Está constituida esencialmente por materia vegetal.

Hábitats: Necesita suelos con cierta humedad. Su óptimo lo encuentra en praderas y en campos de cultivo de herbáceas de regadío. En 

cuanto a altitud es muy amplio, pudiendo localizarse desde el nivel del mar, en zona de marismas, hasta los 3.000 m. en Sierra Nevada 

(Granada)

Huellas: Por su poco peso no suele quedar marcadas, ni siquiera en los medios óptimos. En la nieve deja un rastro continuo y 

ondulado, muy característico del paso del animal (ver imagen ilustrativa).

Excrementos:  Los excrementos no son fácil de encontrar. Aparecen ocasionalmente junto a las bocas (en menos del 10 % de las bocas 

estudiadas), y aislados o en poco número (una decena de cagarrutas como mucho) y también en los cruces de galerías y cámaras de los 

herbazales densos. En cualquier caso, la variabilidad en su forma y tamaño es muy amplia. J. A. Garrido destaca (2005) “Yo las he 

encontrado mucho más pequeñas o algo más grandes, y con extremos a veces completamente redondeados. Su composición también es 

variable, y debo destacar que muchas de ellas están formadas por tierra. No es de extrañar, ya que este topillo debe de ingerir mucha 

tierra al comer raíces y tubérculos y, sobre todo, al excavar las galerías. Estos topillos las excavan con la boca (no tienen patas-

pala como los topos y abren los túneles con los incisivos, que los tienen dirigidos hacia delante)”.

Otros rastros: Las topilleras o montones de tierra que deposita sobre el suelo en las bocas de sus madrigueras para protegerlas, son 

muy características de la especie. Estos montones de tierra son diferenciables de los dejados por el topo, al ser de menor tamaño y 

coincidir siempre con bocas de entrada y salida, que camufla con la tierra extraída, así como de los montones de tierra que deja la 

rata de agua, los que no tienen relación de continuidad con los agujeros de entrada y salida, lo que permite distinguir claramente 

unas y otras (Ver ficha rata de agua) 

Los restos de plantas roídos por el animal son también otro buen rastro, ya que es curiosa su costumbre de comer solamente el tallo y 

despreciar las hojas. En el caso de los árboles, atacan solo la corteza y dejando un característico anillamiento de roedura, 

descortezando  la base de los tallos y troncos. Bajo el suelo ataca también las raíces e incluso el cuello del tronco de la planta, 

por debajo del suelo, lo que puede motivar que el árbol o arbustos se sequen sin motivo aparente para el observador medio. También 

consumen una amplia variedad de frutos (naranjas, manzanas, peras) cuando estos se encuentran caídos en tierra. Otro buen rastro son 

las galerías superficiales que deja en el suelo el topillo, particularmente en la primavera, tras el deshielo, en los prados de alta 

montaña.




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