martes, 16 de agosto de 2016

LIEBRE IBÉRICA (Lepus granatensis)


DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE

Mamífero lagomorfo de mediano tamaño, pelo suave y corto, orejas aun más largas que las del conejo, y rabo corto. Al igual que su 

congénere el conejo, la liebre es una especie fundamentalmente crepuscular y nocturna, que constituyen piezas claves en nuestra 

fauna, de modo que se considera que más de treinta especies de mamíferos, aves y reptiles incluyen a la liebre dentro de su dieta 

alimenticia.
En la Península Ibérica hay tres especies de liebres: la liebre de piornal (Lepus castroviejoi, Palacios,1976), la liebre europea 

(Lepus europaeus, Pallas, 1778 ) y la liebre ibérica (Lepus granatensis, Rosenhauer, 1856). De estas tres especies la más extendida y 

abundante en España es la liebre ibérica, un endemismo ibérico que podemos localizar en Andalucía, ambas Castillas, Extremadura, 

Levante y algunas zonas de Galicia y de la Cordillera Cantábrica, pero no está presente en el oeste de Galicia, ni en el occidente de 

Asturias. La liebre de piornal tiene un área de distribución muy restringida, en ambientes montanos, en alturas superiores a los 

1.000 metros, de tal modo que sólo está presente en la Cordillera Cantábrica, siendo Asturias y León los territorios que cuentan con 

una población más abundante de liebre de piornal. La liebre europea mantiene poblaciones reseñables en los Pirineos, norte de la 

provincia de Burgos y la práctica totalidad de Cantabria, aun cuando ha visto restringida su área de distribución ya que hasta hace 

poco, también estaba presente en Navarra, País Vasco y la costa catalana. La liebre europea (Lepus europaeus) es la de mayor tamaño, 

en torno a 4 Kg, y la de más amplia distribución mundial apareciendo en la práctica totalidad de Europa y en el noreste de la 

Península Ibérica, al este del Narcea y al norte del valle del Ebro.
Estas tres especies de liebres, que son territorialmente incompatibles entre sí,  se diferencias por su aspecto y forma. La liebre 

ibérica, que a su vez cuenta con tres subespecies: la liebre de Galicia (Lepus granatensis gallaecius, Miller 1907), la liebre de 

Mallorca  (L. g. solisi, Palacios y Fernández, 1992) y la liebre ibérica, (L. g. granatensis, Rosenhauer, 1856), es la menor de las 

tres especies de liebres peninsulares. Otras diferencias anatómicas aparecen en el cráneo y en la disposición de los incisivos 

superiores (más inclinados hacia adentro en la L. granatensis), aun cuando el rasgo más apreciable para diferenciarlas visualmente 

aparece en el color de la capa, de modo que en la L. granatensis el color del vientre es de un tono blanco sucio, que se extiende por 

una mayor superficie que en las otras dos especies, extendiéndose por las patas anteriores y posteriores, en los que forma una banda 

blanca muy marcada.
La liebre tiene muy desarrollados el oído y el olfato, siendo la vista su peor sentido. El tipo de vida que lleva la liebre, en 

terreno abierto, sin refugiarse en madrigueras abiertas en el suelo, ni entre piedras o troncos de árboles, motiva una especial 

adaptación del animal a este medio, habiendo desarrollando una particular estrategia defensiva dentro de la etología de la especie. 

Así, la liebre no solo es muy veloz y ágil, pudiendo alcanzar una velocidad punta de 70 Km/hora, sino que está siempre atenta a 

cuanto sucede a su alrededor, siendo una estampa clásica de la especie, verla sentada sobre el suelo con las patas delanteras 

colocadas de forma erguida, para escudriñar y vigilar cuanto sucede en su territorio, en la forma que se reproduce en la imagen 

principal que ilustra esta ficha. La liebre es también sumamente recelosa y cautelosa, de forma que no se dirige nunca directamente a 

su lugar de encame, sino que con la clara intención de despistar a posibles depredadores y diluir su rastro, efectúa bruscos giros y 

cambios en el sentido de la marcha, para terminar dando un gran salto cuando está próxima a su refugio, colocándose en sentido 

contrario al llevado en la marcha.
La liebre tiene una constitución característicamente atlética, con extremidades finas y largas, pero particularmente dotadas de unos 

músculos muy poderosos que cuentan además con la peculiaridad de contener hemoglobina, lo que le da el característico color rojo 

oscuro a su carne, permitiéndole que su velocidad y resistencia en la marcha sea superior a la de otras especies como el conejo. 
DATOS DE LA ESPECIE

-     Longevidad:  Entre 7 y 9 años en libertad, mientras que en cautividad  puede alcanzar de 12 años de vida.

      Celo: Tiene lugar a lo largo de todo el año, aun cuando los periodos de celo se solapa con los períodos de máxima abundancia de 

alimento, de modo que la disponibilidad de comida es lo que va a condicionar más la reproducción del animal, si bien la climatología 

favorable también le beneficia.  

Gestación: La gestación dura de 42 a 44 días (de 28  a 33 días en el conejo). La gestación de la hembra es de lo más curiosa, 

habiéndose descrito varios fenómenos en la especie:  

- La superfetación:  tras la primera cópula queda fecundada, pero sigue siendo receptiva y no interrumpe la ovulación; al poco 

tiempo, gracias a los espermatozoides que es capaz de retener desde el primer apareamiento, otros óvulos quedan fecundados, 

desarrollando entonces dos embarazos diferentes, diferidos en el tiempo.

- La reabsorción: consiste en la desaparición física de los embriones implantados en el útero y que por alguna razón han muerto. Lo 

que puede afectar a uno o varios fetos, por lo que se admite que el aborto no se da en la liebre.   

Época de parto:  La hembra puede criar durante todo el año, aunque el mayor porcentaje de hembras preñadas se da en los períodos 

febrero-abril y junio-julio. 

Parto: Las hembras jóvenes solo tienen dos partos al año, pasando al segundo o tercer año a tener  3 ó 4 partos anuales, lo que 

mantiene en los años posteriores. La liebre, a diferencia del conejo, no pare en madrigueras, sino que lo hace al aire libre  en un 

lugar que habilita sobre el suelo llamado paridera, una cama que es acondicionada con pelos del animal y hierba seca, donde da a luz 

a sus lebratos.  El primer parto es el menos numeroso, con solo 1 ó 2 lebratos, siendo los siguientes de 3 ó 4 individuos, 

excepcionalmente 8, aunque en la literatura científica se cita el caso de una hembra muerta que tenía en su interior 10 fetos 

(Simonin, 2000).

Duración de la lactancia: La hembra permanece con las crías durante los tres primeros días. A partir de este momento separa los 

lebratos y para protegerlos los coloca en lugares individualizados y diferentes, visitándolos solo al atardecer para amamantarlos 

durante menos de 3 minutos. Desde los primeros días las crías pueden comer por sí mismos, correr y poner en práctica mecanismos de 

autodefensa, por lo que se considera que son unos de los mamíferos más precoces.

Madurez sexual. Alcanzan la madurez sexual a los 12 meses. Se considera que una liebre es adulta a partir de los 15 meses, cuando 

pesa unos 1.500 gramos .

Alimentación. La liebre se alimenta básicamente de gramíneas, las que integran un 75 % aproximadamente de la dieta del animal, aun 

cuando también incluye en su alimentación otros productos vegetales como raíces, bulbos, cortezas de plantas leñosas y frutos 

silvestres e incluso carroña, particularmente en época de escasez. Muy curiosa dentro de la etología de la liebre, al igual que 

ocurre con el conejo, es la producción por el animal de unos excrementos esféricos y húmedos recubiertos de mucus que son 

reingeridos, tomados directamente del mismo ano, sin masticar, ricos en vitamina B12 y microflora, necesarios para la digestión de la 

celulosa, lo que se conoce como coprofagía, con lo que se desarrolla una falsa rumia. El proceso se ha descrito del siguiente modo: 

el alimento a la salida del estomago se introduce en el ciego, donde fermenta, estos vegetales ya medio aprovechados, no pueden 

retroceder de nuevo al estomago, como hacen los rumiantes, sino que los lagomorfos recogen estos alimentos directamente del ano y los 

vuelven a ingerir, mezclándose con nuevos alimentos del estomago, formado lo que son conocidos como bolos cecales (de ciego).   

Hábitats. La liebre ibérica busca terrenos llanos y abiertos, donde predominen los sembrados cerealistas y con algo de monte bajo. 

Aún así, es capaz de acomodarse a los más variados paisajes, pudiendo vivir en la media y alta montaña, haciendo de su potente 

carrera y del mimetismo sus mayores defensas.

Huellas. Aun cuando  las patas cuentan con cinco dedos y uñas excavadoras, al igual que ocurre con el conejo, especie a la que se 

asimila la huella de la liebre, la abundante pilosidad que cubre toda la planta y dedos impide su marca nítida, la que presenta no 

obstante un característico e inconfundible aspecto, que se aprecia en las imágenes se reproducen en las fotografías laterales de esta 

ficha. La huella de la pata posterior es ligeramente mayor que la del anterior; además, cuando apoya o marca el talón, lo que hace 

para avisar a otros congéneres en situaciones de peligro, deja marcada una línea longitudinal. Aun cuando la huella de la liebre 

puede confundirse con la del conejo, el análisis en conjunto de uno y otro rastro, particularmente cuando van en carrera y la marca 

es sobre terreno blando o  nieve, es fácil de diferenciar en cuanto que mientras que el conejo deja un curioso rastro en forma de Y 

la libre tiene forma de L (pueden verse imágenes comparativas), al no estar tan centradas las huellas posteriores con respecto a las 

dos anteriores en la liebre como en el conejo.Excrementos:  Los excrementos de la liebre tienen un aspecto esférico, similar al del 

conejo, aunque de superior tamaño. También se diferencian en que la liebre no los deposita acumulados, como hace el conejo, sino de 

forma dispersa, por lo general 2 ó 3 unidades, y excepcionalmente de 7 a 10 bolitas. Su color es oscuro, aunque más o menos variable, 

dependiendo de los alimentos consumidos y va desde un color grisáceo hasta el negro, pasando por tonos verdosos, amarillentos y 

marrones.

Otros rastros.  Son muy variados y entre ellos podemos destacar los siguientes:  

     1. Al comer la hierba y ramas jóvenes, la cortan o siegan con los incisivos superiores, sin producir desgarros, mientras que las 

ramas aparecen desgajadas por la base inferior.  

2. Al roer la corteza de los árboles, marca una mordedura profunda en sentido vertical al tronco.

      3. Las camas y parideras de la liebre son muy características. La liebre no construye madrigueras como ocurre con el conejo, 

sino que se encama entre la propia vegetación, aprovechando bien depresiones del terreno, junto a una roca o mata que le da sombra y 

protección frente a los vientos, o en la propia vegetación, que al soportar el peso del animal termina por adquirir una peculiar 

forma acunada (ver imagen lateral).

Dimorfismo sexual:  No apreciable por métodos normales a simple vista, sin contacto manual con el animal. Si bien las hembras suelen 

ser de mayor tamaño que los machos  (2,90 Kgs de media los machos y 3,30 Kgs las hembras). También se dice que es posible diferenciar 

una hembra de un macho en el campo, pues mientras que la hembra cuando se encama coloca las orejas agachadas hacia atrás, los machos 

suelen tenerlas levantadas y erguidas.   

Enemigos naturales. Es pieza básica o clave para una gran variedad de animales de la fauna mediterránea que van desde el grupo de los 

carnívoros, sin excepción, a aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la 

de herradura o el lagarto ocelado. Los lebratos aunque son vulnerables a los depredadores, al carecer de olor corporal y por su 

mimetismo pueden verse a salvo de sus numerosos enemigos, no obstante la mortalidad en los primeros días es muy alta.

Principales problemáticas:  Aunque no le afecta las enfermedades de la mixomatosis y la EVH del conejo, sí se puede ver afectada por 

otras enfermedades, de la que ha tenido más incidencia en esta especies es el llamado síndrome de la liebre, enfermedad también 

conocida como tularemia de la liebre, fiebre de liebre y fiebre "deer fly" producida por una bacteria llamada Francisella tularensis 

que comenzó a detectarse en España en el año 1994 y particularmente en 1997 en Castilla-León. Se cree que la enfermedad fue 

introducida en España por liebres importadas sin los necesarios controles veterinarios. Esta enfermedad, que se transmite por la 

picadura de garrapatas, mosquitos y otros hospedantes, que actúan como vectores, desarrollándose en un periodo de incubación de 1 a 

10 días, es una enfermedad zoonótica que tiene incidencias en especies como el perro e incluso en el hombre -si bien tan solo como 

huésped accidental- por lo que se incluye por la Oficina Internacional de Epizootias dentro de las enfermedades que pueden 

transmitirse por animales silvestres o salvajes al hombre. Se dice que el mejor signo visual para detectar la tularemia en el cadáver 

de una liebre es la presencia de sangre espumosa en la nariz.

La excesiva presión cinegética, la mecanización del campo, particularmente la    recolección de cereales con cosechadoras, que 

ocasionan muchas muertes de liebres todos los años, son también otras amenazas para la especie. 





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